La
localidad santafesina
de
Armstrong
dio un paso significativo hacia el consumo sustentable de energía. Con
equipos inalámbricos instalados en mil domicilios de la ciudad, que posee 11 mil habitantes, pueden
monitorear
el servicio eléctrico local y obtener información de manera remota para determinar la calidad de la prestación, la curva de carga de los usuarios, las diferentes condiciones de la red o las características del consumo de cada residencia.El proyecto contó con un aporte de $14.419.880 realizado por la
Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, dependiente del Ministerio de Ciencia, en el marco de la convocatoria “Fondo de Innovación Tecnológica Sectorial (Fits) Energía – Uso Racional y Eficiente de la Energía (Uree) 2013”, administrada por el Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec).A su vez, fue posible gracias al trabajo mancomunado de un consorcio público-privado entre el
Instituto Nacional de Tecnología Industrial
(Inti), la
Facultad Regional Rosario de la Universidad Tecnológica Nacional(UTN) y la Cooperativa de Provisión de Obras y Servicios Públicos y Crédito Ltda. (Celar), con apoyo de la Secretaría de Energía provincial y Cammesa. Desde este consorcio se aportó el 48 % restante de los montos requeridos para la obra, por un total de $28 millones.Con el subsidio del Fornarsec, ya comenzaron a montarse las instalaciones de generación. “El proyecto tuvo varios enfoques, primero el alcance poblacional; la reducción de gases de efecto invernadero (GEI); el impacto técnico y la posibilidad de analizar la potencia de nuestras redes, algo que surgirá a medida que avance el proyecto”, explicó el jefe de la Oficina Técnica de Celar, Gustavo Airasca.“En Argentina, el 60% de generación eléctrica se hace quemando combustible, el 40 % hidráulico. Nosotros estaríamos en el segundo grupo porque emitimos cero
GEI. Esto significa 200
Kwmenos en la red”, reflexionó
Airasca. Debido a su escala, el proyecto alcanzaría un aporte del 3 % sobre el consumo de la ciudad, por medio del ensamblaje de una planta de piso
fotovoltaica
de 200
kW, 60 techos solares en viviendas y 10 pequeñas turbinas eólicas, que estarán activas a fin de año.“Pretendemos indagar en los impactos técnicos, sociales, ambientales y económicos”, expresó Pablo Bertinat, ingeniero y docente de la UTN, a cargo de la iniciativa quien consideró que la importancia de esta experiencia radica “en el esfuerzo por impulsar un modelo de generación que ya no es centralizada, sino distribuida y que opera en los niveles de baja y media tensión a partir de energía solar y eólica”.En ese contexto, Bertinat explicó que existen dos paradigmas en los sistemas de provisión de energía eléctrica: el concentrado y el distribuido. En el primero –el más utilizado hasta el momento–, grandes centrales producen la energía para luego transmitirla a los usuarios. En el segundo –donde se inscribe esta propuesta–, se pretende añadir a la red el poder generado a partir de fuentes dispersas geográficamente, mucho más cercanas al consumo. La diferencia fundamental, subrayó Bertinat, estriba en “menores pérdidas de transmisión y distribución, niveles de tensión más estables y otras ventajas que actualmente están bajo estudio”.