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Este invento colombiano no es algo nuevo, pero sí constituye una iniciativa novedosa como proyecto solidario. Su materia prima, ladrillos fabricados a partir de plástico reciclado, podrían crear casas para millones de personas sin hogar.No son tan económicas como las que realizan las impresoras 3D, pero su precio es asequible en términos comparativos. Frente al precio habitual de una vivienda y los resultados tienen un aspecto fantástico, es durable y permite realizar construcciones muy similares a las convencionales. Se construyen como un juego tipo Legoe, sin siquiera necesidad de cemento.Son unos ladrillos de plástico reciclado que se realizan tras pulverizarlo y compactarlo. Es la solución a un problema creciente, hasta el 40 por ciento de la población de zonas de África, Asia y América Latina no tiene hogar. El coste de la vivienda se calcula por kilo de plástico procesado y no por metro cuadrado. Una de 40 metros cuadrados costaría unos 4.500 euros.
Por lo general, una casa media necesita alrededor de 1.300 ladrillos, todos ellos enteramente de plástico. Según explican sus creadores, Cristina Gámez, Óscar Méndez y Fernando Llanos, el plástico debe atravesar un proceso de transformación que incluye su molienda, el aglutinamiento, fundición y extrusión.

Aunque su colocación es sencilla, se precisa de elementos intermedios que hagan la función de viga, así como distintos remates para la fabricación de las ventanas. Por lo tanto, se evitan muchos gastos, ya que únicamente se recurre al plástico reciclado, abaratándose el precio final. Si bien la fabricación en sí de los ladrillos resulta compleja y costosa. El balance final merece la pena a nivel económico y ambiental. Sobre todo, en países como Colombia, donde se necesitan con verdadera urgencia este tipo de soluciones para ayudar a personas que carecen de vivienda. Están haciendo casas para organizaciones solidarias (ONGs o fundaciones) o viviendas por encargo de personas que quieren donarlas. Igualmente, ayudar en la recogida de plástico también es otra manera de ayudar a construir casas, sin necesidad de aportar dinero.
Entre otras ventajas, son viviendas muy durables, con una vida estimada de alrededor de 400 años, que asilan del exterior a nivel térmico y acústico, además de resulta resistentes a terremotos de hasta 9,5 grados, a los destrozos que puedan hacer los roedores, al agua y al fuego.

Según explican desde la fundación, para la fabricación de un ladrillo se necesitan 10 botellas de plástico de dos litros, que tras triturarse se mezcla con cemento, y su coste es algo superior al del ladrillo convencional.