Lu Wenyu rechazó en 2012 el llamado Nobel de la arquitectura que recayó en su marido y socio Wang Shu.La arquitecta Lu Wenyu y su marido, premio Pritzker Wang Shu, y con quien lleva 12 años dando clase, fundaron en 1998 el estudio Amateur Architecture y, tres años después, la escuela de arquitectura de su ciudad, al este del país.“Dar clases era la única manera de multiplicar el impacto de lo que nos parece fundamental: no destrozar China. La globalización comenzó hace siglos, pero debería ser suma y no destrucción. En mi país las antiguas aldeas son destrozadas, por eso abogamos por trabajar con los restos, por construir a partir de esa destrucción”, sostiene Lu Wenyu en una entrevista.Aunque juntos trabajan en su pequeño estudio y juntos fundaron la escuela de arquitectura de esa ciudad solo él recibió el Pritzker el año pasado. “Wang Shu no lo encontraba justo. E insistió en compartirlo, pero no quise”. Y da dos razones. La primera: “quiero una vida y prefiero pasarla con mi hijo. En China pierdes la vida si te haces famoso. Allí no aceptaría ninguna entrevista. Y en un país de lengua inglesa tampoco”, explica.Con todo, sí aceptó en 2011, el premio Schelling que comparte con su marido. “Sabía que no cambiaría mi vida”, dice con una sonrisa. “Soy feliz de poder hacer la arquitectura que creo que ayuda a que nuestros pueblos y ciudades sean mejores. Estoy convencida de que hablar de ello despierta interés en otras personas, pero no quiero ser famosa. Y si estoy equivocada, sé que el error es el efecto secundario de tomar decisiones. Si no admitimos el error nos convertimos en personas monotemáticas”.