Además de reordenar el tránsito de la zona, el mega proyecto urbano presentado por el Gobierno porteño plantea una serie de plazas que atraviesan las vías de circulación, generando espacios peatonales verdes que acercan la ciudad al río. La creación del Paseo del Bajo promete solucionar un problema de tránsito que hace mucho tiempo complica la circulación por la zona del Bajo porteño, entre la zona de Retiro y Puerto Madero. Pero este proyecto, que viene a materializar la tan mentada Autopista Ribereña que por años se discutió como solución para el lugar, plantea también una idea de espacio urbano con prioridad para el peatón.Según el anuncio, se agregará el equivalente “al doble del Parque Lezama” de espacio verde, con lo cual se busca cambiar el carácter de la zona, donde el tránsito pesado la convertía en un lugar poco amigable para el paseo y la distensión.
En línea con otras iniciativas alrededor del mundo, y con lo que hizo el mismo Gobierno en el microcentro porteño, este proyecto enfatiza la importancia que tiene para la revitalización urbana el proveer áreas y vías para la circulación a pie o en bicicleta.Una de las mayores lecciones del High Line de Nueva York se remite, fundamentalmente, a entender que abrir espacios libres de auto, donde el verde y el paseo sin prisa sean los lineamientos centrales, es una estrategia vital tanto para inyectar nueva energía a la ciudad como para generar nuevas oportunidades económicas.
Todavía falta definir qué pasará con el de que se vendería el playón de estacionamiento que queda al lado de Catalinas Norte para financiar parte de la construcción del proyecto. Ese terreno pertenece a la Nación, con lo cual es público y su destino debería ser sometido a algún tipo de votación. Si se le asigna el mismo código que se aplicó a Catalinas Norte, se podría llegar a construir hasta 250.000 m2 de superficie.Si bien la necesidad de conseguir fondos para hacer la obra es real, habría que ver qué obtiene la ciudad a cambio de haber provisto toda la infraestructura para esa tierra pública, la principal cuestión a dilucidar cuando se trata proyectos urbanos de este tipo. En otras partes del mundo, inclusive en ciudades de Latinoamérica como Bogotá y Sao Paulo, la “ganancia” que esto supone para los desarrolladores urbanos se resuelve encargándoles a ellos obras de infraestructura en otras partes de la ciudad que cuentan con menos recursos. La autopista subterránea recorrerá aproximadamente 6,5 kilómetros entre la Autopista 25 de Mayo y Balbín (Buenos Aires – La Plata) al Sur, hasta su empalme Norte, con la Autopista Illia, a la altura del Peaje Retiro. Allí se resolverá también el ingreso a la Terminal de Retiro y al Puerto. La presencia de las plazas facilita también el acceso a las estaciones de subte de la zona, acercando un atributo fudamental como es el transporte público a una zona que había quedado desconectada de la ciudad para el ciudadano de a pie.