El arquitecto mendocino Pedro Peña y Lillo (36) fue seleccionado para participar de la sexta edición de la Bienal de Arquitectura Latinoamericana-BAL 2019- que se realizará en septiembre en Pamplona, España.
La selección fue realizada a través de una convocatoria abierta a todos los arquitectos con domicilio en algún país de Latinoamérica y cuya edad, al 31 de diciembre de 2018, fuera inferior a 40 años.
Con este encuentro se busca presentar en España las prácticas más recientes y destacadas de los arquitectos jóvenes que ejercen en el territorio latinoamericano.
De la sexta edición de la Bienal participan Chile, Perú, Brasil, México, Argentina, Ecuador, Colombia y Uruguay, teniendo cada país dos estudios que los representan.
Pedro Peña y Lillo compartió su mirada acerca de su profesión y de la importancia de una formación académica amplia que no excluya el aporte de los viajes, la cultura, y una mirada siempre atenta.
-¿Qué significa para un profesional de la arquitectura ser parte de esta bienal en España?
-Es una posibilidad de interactuar con diversos profesionales de Latinoamérica, ver qué están haciendo en sus respectivos países, conocer cómo están encarando la profesión en otros lugares. Personalmente, es una alegría enorme y un gran reconocimiento profesional. Es un honor y un gran placer haber quedado seleccionado para la BAL 2019.
-¿Cómo ves a la arquitectura argentina y a la latinoamericana en general?
-Realmente muy bien. Están surgiendo nuevas generaciones de grandes arquitectos en todos los rincones del país: Córdoba, Rosario, Santa Fe, Santiago del Estero, son un claro ejemplo de todas estas arquitecturas, con una contundencia y claridad tremendas. En un panorama latinoamericano, Brasil siempre ha sido un país que ha hecho punta con la arquitectura, también Chile y Argentina.
-¿Cuáles son los aspectos más importantes a tener en cuenta a la hora de plantear un proyecto?
-El mayor desafío es poder lograr una arquitectura razonable. Es importante perseguir una gran economía en la utilización de los recursos, pensando en una obra pretenciosa, pero considerando que resuelva cosas esenciales de una manera adecuada.
La arquitectura es construcción, con una voluntad estética por supuesto, como lo definió muy bien el arquitecto alemán Mies van der Rohe. A eso adhiero. Debemos volver a pensar la arquitectura desde su esencia, desde la construcción, teniendo en cuenta los aspectos fundamentales de nuestra profesión, dejando de lado los temas banales. Creo que los arquitectos debemos tener claridad constructiva y un dominio absoluto de lo que pensamos en el tablero para poder llevar eso a cabo de manera correcta.
-¿Qué arquitectos mendocinos considerás que han sido importantes en el desarrollo de la profesión en Mendoza?
-Hemos tenido grandes arquitectos en Mendoza. Es el caso de Enrico Tedeschi, su edificio para la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza debe ser de las mejores obras de Argentina, según mi criterio. Gerardo Andía, también es un arquitecto al que admiro mucho; ha dejado un legado muy importante para Mendoza. No dejo de asombrarme cada vez que paso frente a una obra suya: el manejo de la geometría, de la escala, su sensibilidad, obras que están pensadas hasta en su último detalle. También me gustan mucho las obras de Panello Gelly.
– ¿Cómo ha sido tu formación profesional?
-Siempre me gustó mucho el arte en general, la pintura, la música. Me gustaba mucho dibujar, por este motivo fue que me decidí a iniciar la carrera de arquitectura en la Facultad de Mendoza, donde obtuve mi título de grado. Ni bien recibido me fui a trabajar a un estudio en Buenos Aires que se llamaba Becker-Ferrari. Tuve la suerte de trabajar con ellos en el proyecto para el Centro Cultural del Biecentenario, realizado sobre el viejo Palacio de Telecomunicaciones. Realicé un posgrado en la Universidad Torcuatto Di Tella sobre arquitecturas y tecnologías. Luego me otorgaron una beca para irme a estudiar a España a la Universidad de Navarra, donde realicé una Maestría en “Diseño Arquitectónico”, que duró dos años. Fue una experiencia única, no sólo en lo académico sino también en lo que pude ver, recorrer y los grandes amigos que hice.
-¿Cómo ves la formación actual de las universidades?
-He tenido la suerte de participar algunos años en la docencia, junto al arquitecto Pablo Llorca en la Universidad de Congreso. Veo que los alumnos tienen una manera de pensar mucho más madura y sólida que con la que con la que yo egresé de la universidad. Por lo tanto, creo que el futuro de la arquitectura de Mendoza es muy bueno, gracias a muchos docentes formados y con mucha experiencia profesional que están enseñando.
-¿Qué le recomendarías a un joven estudiante de arquitectura?
-Que sean muy inquietos, que amen su profesión, que se esfuercen por ser buenos profesionales más que en ganar dinero. Que viajen, que se formen, que sean responsables y personas confiables.
La arquitectura es una profesión de muchos años. Mientras más se conoce, más instrumentos tenemos para resolver los problemas. Nada se inventa de cero, siempre hay alguien atrás en la historia que lo hizo. Es importante conocer y formarse. También es muy importante estar en la obra. Ambas patas: la formación y la experiencia en obra son fundamentales para mantenerse en pie y ser un buen profesional.