La pospandemia llegará con nuevas dinámicas, protocolos y rutinas que se implementarán en el mundo corporativo y en los espacios de coworking; el impacto para los desarrolladores de proyectos inmobiliarios.
No son pocas las inquietudes de las empresas y de los empleados respecto de cómo será regresar a las oficinas cuando finalice la cuarentena. ¿Cómo volver a ocupar los espacios de trabajo de manera segura? ¿Qué medidas y protocolos será necesario implementar para adaptar estos espacios a la nueva realidad?
Pablo Swiecicki (director de Esarq, Estudio Swiecicki Arquitectos) y Víctor Feingold (presidente y fundador de Contract Workplaces a nivel regional) detallan algunas de las medidas y estrategias de adecuación que planean implementar en los edificios de oficinas que desarrollaron para adaptarlos a los requerimientos del distanciamiento social. Por su parte, Tamara Giménez (CEO de Teamworks) puntualiza cómo será la adaptación de los espacios de coworking.
– Regreso por turnos. “La vuelta de los empleados tendrá que ser progresiva, porque necesitamos que mantengan distancia física entre ellos, pero el layout de las oficinas es el mismo con el que contábamos antes de la pandemia”, señala Pablo Swiecicki (Esarq). “Comprobamos que se puede ser productivo desde casa y llevar a cabo reuniones de manera virtual: si mantenemos el trabajo remoto y generamos turnos de asistencia a la oficina, ayudaremos a reducir la densidad de población dentro del espacio laboral”. Para Víctor Feingold (Contract Workplaces), “las empresas deberán incorporar a sus equipos de manera gradual, implementar horarios de ingreso y egreso escalonados”.
– Reconfiguración de espacios flexibles y de reunión. “Mientras que trabajar por turnos hará que la capacidad del espacio se reduzca, espacios que antes considerábamos para actividades específicas (que hoy quedan en desuso, como las salas de reuniones) podrán reconfigurarse como nuevos puestos de trabajo”, dice Swiecicki (Esarq). En el caso de los coworkings , que se caracterizan por ser un espacio compartido, “es importante pensar y rediseñar esos metros cuadrados para que sean más espaciosos y funcionales a la vez”, señala Tamara Giménez (Teamworks).
– Espacios ventilados. Todos los espacios de trabajo deberán monitorear y controlar la calidad del aire interior mediante el uso de filtros especiales y purificadores. Se fomentará la ventilación natural y cruzada. Los espacios mal ventilados deberán anularse.
– Protocolos de higiene. Será indispensable asegurar la limpieza y desinfección de los espacios, llevando un registro de la higiene de cada sector e implementando protocolos de limpieza más estrictos para evitar la contaminación de superficies en áreas compartidas de la oficina, como cocinas y baños. También se deberán implementar políticas de higiene personal y comunicar cómo deben llevarse a cabo (respetando la distancia entre personas, tosiendo en el codo, lavándose las manos sistemáticamente, etc.), además de proveer de los elementos necesarios para cumplirlas (poniendo a disposición alcohol en gel en accesos, lobbies y salas, o jabón en los sanitarios).
– Puestos operativos y open space. Para generar divisiones entre los puestos de trabajo, se agregarán más barreras físicas: plantas, paneles de privacidad con altura ajustable, mamparas. Se ampliarán los espacios entre escritorios: entre cada persona deberá haber 1,50 o 2 metros de distancia en diagonal o a 90 grados. Además, se evitarán los puestos de trabajo enfrentados, por lo cual se bloquearán algunos.
– Espacios comunes. Se implementará señalética visual para organizar el flujo de movimiento en pasillos y espacios comunes, con flechas indicativas de sentidos de circulación unidireccionales en el piso y delimitaciones que contribuyen al distanciamiento social. Las salas de reuniones reducirán su capacidad de uso al 50% y deberá señalizarse el máximo de ocupación permitida. Siempre que el clima lo permita, se fomentará el uso de espacios exteriores alternativos (como terrazas) para llevar a cabo reuniones al aire libre. En los coworkings , “se quitarán los teclados y mouses compartidos y en su lugar se distribuirán periféricos personales a los trabajadores móviles” (Tamara Giménez, Teamworks).
– Contactless. Se implementará la tecnología del tipo contactless para reducir los posibles contagios. “Las maneras de tomar un ascensor, encender luces mediante sensores de presencia, abrir puertas mediante reconocimiento de movimiento o facial y hasta reservar una sala de reuniones o pedir un café a través del teléfono serán soluciones que podrán implementarse” (Pablo Swiecicki, Esarq).
– Área de recepción de los edificios. Se colocarán pantallas de vidrio o acrílico entre los invitados y el personal de recepción (también se evalúa la implementación de recepcionistas virtuales); se desactivarán pantallas táctiles de registro y se implementará el registro sin contacto a través de un teléfono móvil personal o algún tipo de tecnología touchless. Será necesaria la señalización para explicar las reglas de acceso al edificio y otros protocolos que afectan la forma en que los ingresantes deben desenvolverse. Se colocarán dispensadores de desinfectante para manos amurados en la pared y con sensor para evitar el contacto, además de receptáculos para desechar el material de protección utilizado. Algunos edificios incorporarán cámaras termográficas o sensores de temperatura corporal sin contacto en sus recepciones.
– Una nueva dinámica. Víctor Feingold (Contract Workplaces) reflexiona sobre las diferentes caras de una realidad que combina el teletrabajo y el trabajo en oficinas: “Más allá de todas las medidas que a corto y mediano plazo se deberán tomar, es indiscutible el valor de las oficinas como espacios de encuentro y no hay que perder de vista que toda organización funciona como una pequeña sociedad”.
Para construir una cultura común es necesario compartir valores e identificarnos como un grupo, generar un espíritu de cuerpo. Estos ingredientes, que resultan casi imposibles de cimentar remotamente, son el aglutinante invisible de las empresas. Si todos nos quedamos en casa, la innovación difícilmente florecerá. Esto podría marcar el principio de la decadencia de una empresa y su pérdida de competitividad.
Entonces, ¿para qué vamos a la oficina si podemos trabajar desde cualquier lugar y a cualquier hora? La respuesta es: para encontrarnos. Por otro lado, es probable que en un futuro cercano la oficina policéntrica sea el nuevo estándar para la mayoría.
Trabajar desde casa o desde lugares remotos traerá múltiples ventajas: menor cantidad de desplazamientos de personas, menor huella de carbono, mayor bienestar, mejor balance vida/trabajo y menores costos para las empresas y los empleados junto con equipos más ágiles y productivos.
Por: Aixa Rocca.
Publicado el sábado 16 de mayo de 2020 en el Diario La Nación, Suplemento Comunidad de Negocios.