El año pasado se presentó un prototipo de mascarilla que retiene el dióxido de carbono y permitiría respirar aire más puro. Beneficios de los nuevos materiales derivados de leche, uva, papel, cebolla, naranja, cactus y palta.
Durante octubre pasado, un grupo de investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) presentó, en París, un prototipo de barbijo fabricado con un alga especial que filtra el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y permitiría respirar aire más puro.
El accesorio que está en etapa de experimentación, es parte de una investigación más amplia que se lleva a cabo en las aulas de la Facultad de Arquitectura y Diseño (FADU) de la UBA sobre biomateriales.
El equipo, dirigido por Lorena Bonilla e integrado por los diseñadores Oubel Gabriel, Brandetti Leonel y Guillermina Elinbaum, presentó la máscara que purifica el aire en ENSAD LAB, París, una actividad del Programa INNOVART que promueve el intercambio universitario entre Francia y la Argentina.
La iniciativa de los investigadores de la UBA es desarrollar bioindumentaria a partir de un sistema controlado de crecimiento de un tipo de alga filamentosa que es plaga. “Esta especie vegetal pueden filtrar rápidamente el CO2 de los acuíferos y de la atmósfera. Las algas crecen al absorber el carbono y producen un almidón que se puede usar como materia prima para bioplásticos o agentes aglutinantes. El producto de desecho es oxígeno, es decir, aire limpio”, explica Bonilla.
Todas las plantas necesitan el CO2 para llevar a cabo la fotosíntesis y, al hacerlo, desprenden oxígeno. Sin embargo, el CO2 en grandes cantidades podría ser perjudicial para la salud. Su exceso desemboca en enfermedades respiratorias y alta alcalinidad en la sangre.
“Las experiencias y observaciones sobre el comportamiento del alga filamentosa, nos permiten garantizar que la vinculación entre biotecnología y diseño es potencialmente factible y a la vez ineludible”, explica la profesora.
Desde su cátedra en la FADU UBA, Bonilla trabaja en un proyecto de indumentaria de talle único que esté fabricada con biomateriales. La ideas es contrarrestar los efectos negativos del sistema de talles actual que no solo produce discriminación y la idealización de un tipo de cuerpo inviable, también genera otros perjuicios. “Implica acopiar enormes cantidades de ropa que no se consume, que ocupa volumen y produce gastos de traslado. Además, es responsable de procesos contaminantes, de deficiente utilización de recursos animales y que da lugar a la producción informal en talleres clandestinos”,explica.
Para combatir ese sistema, los proyectos desarrollados en FADU ensayan la idea de una “prenda criada”, la cual debe ser suficientemente flexible como para expandirse de ser necesario y evitar así l fabricación de talles diferentes. “Además, debe ser concebida a partir de los aportes de otras disciplinas, tales como la biomímesis, la biotecnología y la biología sintética, ya que se parte de la idea de criar esta segunda piel a partir de organismos vivos”, explica la profesora.
Sin lugar a dudas, el tema más novedoso de la búsqueda de Bonilla, tanto en las aulas como en su función de investigadora de la facultad, está relacionado con incorporar al proceso de diseño y a la producción de indumentaria elementos provenientes de la naturaleza. “De esta manera, al involucrarse en el estudio de los procesos naturales, los estudiantes y diseñadores no sólo ganan inspiración para proyectar, también se reconocen como parte de una naturaleza viva”, dice.
Por estos caminos, en la carrera de Diseño de Indumentaria de la FADU-UBA, los alumnos trabajan en base a biomateriales que inventan. Se trata de materias primas derivadas de productos como la leche, el orujo de uva, las algas, el papel o tan inusuales como la piel de cebolla, piel de naranja, cactus y palta.
Fuente: www.clarin.com/arq