Los jardines y zonas naturales sobre techos y terrazas hacen parte de un aspecto arquitectónico que fascina a muchos desde que conocen el concepto. No solo tienen muchas ventajas decorativas y ambientales, sino que permiten a las personas encontrar un lugar para relajarse al aire libre, combinando dos aspectos fundamentales en las vidas de quienes habitamos en la ciudad: el descanso y la privacidad.Estos espacios pasan, por lo general, desapercibidos desde el momento de su construcción, pues no se planean con intenciones adicionales a las de cubrir (en el caso de los techos) o de contemplar momentáneamente el exterior (en el caso de las terrazas). Nos acostumbramos a ver nuestro propio hogar como un lugar de paso, y con razón, pues parece que cada vez más vivimos en otros sitios.Tener un espacio natural propio nos permite ocupar nuestro tiempo libre, bien sea en el cuidado de las plantas o huertos que allí tengamos, como en los simples placeres de leer un libro en un ambiente diferente o cenar con las personas que complementan nuestras vidas. Es un espacio que tiene el poder de cambiar nuestra percepción de la vida; potenciar nuestra creatividad, nivelar nuestras preocupaciones al punto de hallar soluciones, y mejorar nuestra relación con el entorno.