De un total de 7.381 lotes, hay 2189 por vender y 2849 lotes con propietario sin vivienda construida por el momento.
Según un relevamiento realizado por empresarios del sector de la construcción, en la ciudad de Funes se contabilizan un total de 7381 lotes, tomando en cuenta únicamente los barrios privados consolidados y en desarrollo, según se detalla en el cuadro.
De la totalidad de Lotes, hasta el 2020 se vendieron 2449, y a septiembre de 2024, la comercialización del conjunto de barrios mencionado llegó a 5192.
Con el “efecto pandemia” de por medio, el crecimiento de operaciones realizadas con una mayor oferta de lotes de variado tamaño y valor, más que duplicó (112%) la cifra del 2020.
Si se toman los 5192 lotes vendidos durante los meses transcurridos del presente año, 2343 lotes construyeron su casa. Quedando 2189 parcelas por vender y 2849 lotes con propietarios sin vivienda construida por el momento. Es decir, que la suma de lotes que aún esperan ser adquiridos y los lotes con propietarios que aún no decidieron construir, es de 5.038 unidades.
La relevancia del dato tiene diferentes lecturas. Lo que nos parece dominante como información para la potente cadena de valor que representa el sector de la construcción, es el impacto económico social que esta actividad privada vuelca en la ciudad.
Si tomamos como superficie promedio de las casas que habitualmente se construyen en los barrios cerrados, 250 metros cuadrados, la superficie potencial a construirse en Funes, dentro de los barrios mencionados en el gráfico, es de 1.259.500 metros cuadrados.
Si tomamos como costo de construcción promedio USD 1000 el metro cuadrado, se puede estimar que USD 1.260 millones serían volcados en la ciudad, solo en el grupo de barrios del gráfico 1, es decir, sin contar la disponibilidad de lotes abiertos, housing y condominios en altura de la localidad.
El primer impacto socio económico, sin dudas toca el primer anillo de empresas y profesionales proveedores de la construcción local y los recursos humanos afectados al rubro. Derramando en localidades vecinas y comercios y empresas de la propia ciudad de Rosario.
El efecto de este impacto tiene la ventaja de no llegar y diluirse en el corto plazo. Por el contrario, los diferentes tiempos que componen las decisiones de cientos de propietarios y futuros titulares de lotes para dar el paso a construir su vivienda, permite el acomodamiento de la oferta de bienes y servicios para atender esa demanda.
El segundo impacto de la radicación de vivienda nueva viene de la mano de la migración de familias, clase media y alta, que pueden afrontar los gastos corrientes de un barrio cerrado. Un poder adquisitivo que consume desde educación, salud y seguridad privada a gastronomía, combustible, muebles, materiales de construcción, alimentos y gimnasios.
El crecimiento de la población dentro de los barrios, a su vez los consolida como una suerte de “pymes” generadoras de una gran cantidad de empleo y consumo local. Sus abultados presupuestos contienen no menos de un 50% de gastos en seguridad y el resto se reparte en personal de mantenimiento, guardia y administración (todos dentro del sistema formal de empleo) y altas facturaciones en compras destinadas a el mantenimiento de su infraestructura.
A su vez, cada casa, desde el enfoque de este análisis, es otra unidad generadora de empleo y consumo. Recordemos dentro de las estadísticas aportadas, que Funes reúne solo en barrios cerrados 7381 lotes, que en los años sucesivos totalizarán 7381 viviendas.
Por último, los datos aportados también nos aproximan al aumento demográfico que experimentará Funes en los próximos años.
Si tomamos los lotes que están a la espera de la construcción de una vivienda que será habitada por una familia tipo de cuatro miembros, podemos calcular que en los próximos años se sumarán solo en el sector de barrios privados alrededor de 20.000 habitantes en una ciudad que cuenta con 38.274 habitantes según el censo del 2022.
Como siempre sostenemos desde nuestro medio, el fenómeno Funes es producto del esfuerzo empresarial que desarrolló proyectos de jerarquía y aportó a la ciudad obra pública en infraestructura, espacios verdes con una importante política de forestación y potenciando la economía local.