Dos jóvenes arquitectos platenses diseñaron la casa de fin de semana de su propia familia y utilizaron ladrillos de una manera original: no unidos por mezcla sino “cosidos” con varillas metálicas. Un ladrillo apoyado sobre el otro como si fuera un castillo de naipes, que deja espacios de luz, abiertos, y juega con las formas y las transparencias. ¿Cómo están ligados? La respuesta a esa pregunta es la clave de una original obra que Patricio Connell (35) y Sofía Botteri Capa (33), un matrimonio de jóvenes arquitectos de La Plata presentarán este año en la exposición “Tiempo-Espacio-Existencia” de la XV Bienal de Arquitectura de Venecia.
El “Pabellón Experimental de Ladrillos” -tal el nombre del emprendimiento- surgió del pedido de otros dos arquitectos, Nora Drobny y Guillermo Connell, que son los padres de Patricio.
Patricio Connell explica que el ladrillo es un elemento muy utilizado en sus obras y las de sus papás y ya habían echado mano de ellos para el patio y los dos baños agregados al quincho. “Nos encargaron hacer 4 habitaciones, cada una con su baño, porque la cocina y todos los elementos para cocinar están en el quincho, espacioso y confortable y distante a pocos pasos de la vivienda”, agrega el joven arquitecto.
La clave de la nueva obra fue utilizar ladrillos de Mendoza (aunque comprados allí mismo, en La Plata) pero de una manera no convencional para lograr un efecto de luz y sombra, de transparencia o de tamiz y cumplir en la vivienda la función de “piel” o cerramiento, algo que en forma tradicional no se busca lograr con ese elemento, materia prima de muros y paredes completamente cerrados. Además, los jóvenes arquitectos buscaban resolver el desafío planteado a través de un sistema en seco, que prescindiera de la habitual mezcla y el mortero.
“Estudiamos más de 6 meses para lograr el efecto que buscábamos -comenta Patricio Connell-. Queríamos evitar usar los ladrillos unidos entre sí con mezcla. Al cabo de nuestras investigaciones, logramos ligarlos unos a otros ‘cosiéndolos’ con varillas metálicas y unimos todo el tejido dentro de un bastidor metálico en forma de panel. Los ladrillos están dispuestos en forma alternativa de llenos y vacíos sobre un bastidor metálico, en un panderete donde se ubican 55 enteros y 22 medios apoyados unos sobre otros sin ninguna sustancia que los ligue, creando una aparente sensación de inestabilidad, de falta de gravedad”.La casa está envuelta en esa construcción de ladrillos, es un rectángulo con paredes de hormigón y vidrio de 19 metros de largo por 6,50 metros de ancho con 4 habitaciones contiguas de 3 metros por 4 (cada una con su escritorio, lugar para la ropa, cafetera, una pequeña heladera y baño privado) y todos los cuartos dan a un pasillo o corredor que las vincula. A su vez, los paneles que forman la fachada sur son móviles, pueden desplazarse, y eso permite que las puertas vidriadas de cada habitación se comuniquen con espacio abierto de la quinta, ubicada sobre un terreno de 33 metros por 60, con pileta y ese gran quincho que es lugar de reunión de la familia.
“Es como un hotel -ilustra Patricio-, con un pasillo o corredor que vincula los cuartos. Efectivamente, los ladrillos dejan pasar el frío o el calor, aunque, por dentro, tanto las habitaciones como el quincho están calefaccionados o refrigerados, según sea la época del año. Pero esta característica, es decir, el mantener en el pasillo el corredor abierto al ingreso de la luz, el viento, el frío o el calor tiene que ver con la idiosincracia de la familia y está orientado hacia la experiencia sensorial de los usuarios”.El pabellón experimental de ladrillos y otras dos obras de Connell-Botteri (“Casa Bunker” y “Casa Fenomenológica”) fueron convocadas para presentarse en la exposición “Tiempo-Espacio-Existencia” en la Bienal de Arquitectura de Venecia, que se realiza entre junio y noviembre de este año en esa ciudad del norte italiano.
“Hoy en día se habla mucho de sustentabilidad -agrega Patricio Connell- y ésta es una obra sustentable. Porque la sustentabilidad se trata de una cuestión mucho más amplia y abarcativa que el aspecto ambiental, que tiene que ver además con lo cultural, con lo social, con interpretar, como sucedió en este caso, la idiosincracia y necesidades de una familia respetando lo que deseaban mis padres, mis hermanos. Los ladrillos son materiales muy accesibles y económicos, y la mano de obra, básicamente herreros y albañiles, fue local y cercana”.FUENTE: ARQ. CLARIN